Jaguares: La vida no es igual

Debe ser que me ganó la nostalgia ahora que Jaguares, cuyo nombre original fuera Caifanes, van a reencontrarse en el Festival Vive Latino 2011.

Seguramente, y muy a pesar de los intereses comerciales que puedan enturbiar el hecho, este encuentro de Saúl Hernández y Alfonso André con sus ex compañeros de banda Sabo Romo, Diego Herrera y Alejandro Marcovich, será muy especial. Sobre todo porque fueron voz de una generación peculiarmente obscura, la del Terremoto del '85, la del Rock en tu Idioma, la de la masificación comercial del rock en nuestro país.

Para ciertos sectores de la población, la voz emblemática de Saúl Hernández marcó una época, y no importa lo demás. En pocos lugares podían verse mezclados niños bien con chavos banda como en un concierto de Caifanes, y de Jaguares, después.

Si bien el segundo concepto no fue tan exitoso como el primero, sí ha dado a la voz de Saúl (y a su bolsillo) unos años más para seguir dando lata en el mundo del disco y de las tocadas.

Del álbum Cuando la sangre galopa (2001) se extrae este video, de cuando todavía hacía una que otra letra que buscaba conservar la esencia de la primera banda. Si bien sus esfuerzos parecen cada vez más y más forzados a mantener la misma línea para no perder al público que lo llevara a la fama, este disco podría ser el último del que todavía se rescatan varias canciones. Los demás tienen agujas dentro de un pajar.

El sonido ya es muy distinto, hiperproducido, diría yo, pero lo comparto porque yo fui una de esas chavitas que profesó en su momento una total y real devoción por el 'Caifán mayor', y porque también es el circo un espacio que tiene que ver mucho con los recuerdos de mi infancia: un espectáculo que me producía temor y fascinación a la vez. Un mundo lleno de maravillas fantasiosas y un ambiente de gran arraigo popular.

La música, las letras y la estética de estos señores se identifican con esa parte obscura, seria, furiosa y rebelde que dio pie a una joven adolescente para protestar contra lo que no le parecía que estuviera bien en su vida.

Ya lo que pasó después forma parte de la historia. Hoy no los escucho más, a menos que quiera golpear al mundo y reclamarle por qué diablos es así, y eso lamentablemente me pasa cada vez menos seguido. Ya no hay ídolos, solamente buenos recuerdos.