Y bueno, si de locos adorables hablamos, pintores en este caso, el primero de ellos que menciono en este espacio es ni más ni menos que el GRAN Salvador Dalí. Hijo pródigo del Surrealismo, una de las vanguardias artísticas más perdurables en la historia de la humanidad.
Una personalidad complicada, incomprendida, al fin y al cabo un genio. No todos perdonan la locura que emana de las mentes privilegiadas, no todos soportan el ego inflado de quien no tiene otra forma de vivir en sí mismo lo que vive su obra en el pincel. Si Dalí no hubiese tenido la maestría indiscutible que poseyó, y una obra casi compulsiva, podría justificarse de alguna manera la crítica feroz de sus detractores, pero de este señor no puede decirse nada que no caiga en un lugar común.
Simplemente lo amo, aunque de pequeña me diera miedo cuando salía en la tele. Hoy que no le tenemos más, es vivaz el recuerdo de su esencia delirante y magnética, sobre todo cuando se sitúa a sí mismo como la propia definición del Surrealismo.
...y así es la cosa, finalmente: a los surrealistas no hay que recetárselos tan al pie de la letra. Si hubieran vivido en la época de las redes sociales, dirían que el surrealismo es como el twitter, o el facebook: quien los toma en serio, pierde.
Salvador Dalí: El Surrealismo
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Publicado por Ondina en 10:04
Etiquetas: Artes plásticas
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